"Fue recibido por Rosa, que lo saludó con un largo beso.
-Enfunda tu daga -le dijo ella sonriendo cuando sus cuerpos entraron en contacto.
-Eres tú quien me ha hecho desenfundarla. Y eres tú -añadió con intención- quien tiene su funda.
Rosa lo cogió de la mano.
-Vamos, entonces.
-No, Rosa, mi dispiace veramente, pero no puedo.
-¡Ya te has candado de mí!
-¡Sabes que no es eso!"
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