-No recuerdo haber sido duro contigo. En cambio, ¿a cuántas pobres y pequeñas margaritas les arrebaté la vida por tus hermosos ojos? Y, después, te las ofrecía aplastadas por mis manitas húmedas, y tú las colgabas de tus orejas, encantada ante esos presentes marchitos y ajados.
Sonrío, y él también [...].
-S-
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