martes, 21 de febrero de 2012

Somos idiotas.

Él.
Nos empeñamos en pensar que va a ser perfecto, que va a sorprendernos a cada momento con pequeñeces que nos encanten, pero no es así.
Nos empeñamos en imaginar que los celos le llevarán a una pelea con el chico que intenta arrancarte de sus brazos, pero no lo hará.
Por mucho que tú intentes guiarlo por medio de sutilezas, por mucho que remarques una y otra vez lo que te encantaría, lo que apreciarías de verdad, no lo va a hacer.
¿Sabes por qué? Porque en la vida real, ni existen príncipes de cuento, ni macarras de película.

-S-

domingo, 19 de febrero de 2012

Graffiti 4.

Y llegué, no se cómo, por dónde ni por qué, sólo sé que lo hice.

-S-

Ayer.

Ayer todo parecía tan claro, tan perfecto.
Y hoy, hoy todo es distinto. Despiertas en una cama fría tras tan solo 2 horas de sueño. Todo está apagado y ni el Sol es capaz de echar luz en tu vida.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué, tu vida, que tan perfecta parecía ayer, hoy no es más que una pincelada gris sobre algún lienzo roto?
Con el rostro acariciado por el dolor y los ojos llenos de vacío decides levantarte, comenzar a andar un día más, hacia donde sea. Pero esta vez todo es distinto, te has dado cuenta de que en la vida, sólo te tienes a ti, da igual lo que digan, da igual las veces que se presten a ayudarte. Sólo estarás tú. Tú, demacrada y sola, ante todo lo que causa tu dolor.
Y no tendrás otra que avanzar, porque no eres tan valiente como creías, no eres tan valiente como para empuñar esa cuchilla, no eres tan valiente como para arrancarte el último suspiro.
Lo malo, es que siempre sabrás que estás sola, abandonada, rodeada de un montón de gente que te irá dejando...
Pero no te queda otra, sólo puedes avanzar, mirar hacia delante sin pararte a recordar. Y puede, que algún día esta sensación de amargura, de soledad, de abandono, te deje, pero volverá, como hace siempre, porque es lo único fiel que hay en tu vida.

-S-

sábado, 18 de febrero de 2012

La caricia desnuda.

-No recuerdo haber sido duro contigo. En cambio, ¿a cuántas pobres y pequeñas margaritas les arrebaté la vida por tus hermosos ojos? Y, después, te las ofrecía aplastadas por mis manitas húmedas, y tú las colgabas de tus orejas, encantada ante esos presentes marchitos y ajados.
Sonrío, y él también [...].




-S-

Demasiado tiempo sin escribir.

¿Por qué? No lo sé. Quizá la felicidad me ha inundado el alma y no tengo nada triste que contar, o quizá esté tan triste que no tenga ánimos ni para escribirlo.


-S-