Llegas a casa con la garganta hecha un nudo y el bolsillo lleno de planes rotos...
Te quitas la ropa que habías preparado para la ocasión, a la que pensabas darle más uso y con ella intentas quitarte la desilusión de encima, el fracaso de tu empresa...
Y a la basura, tiras todo aquello que habías pensado, todas las ilusiones que habías albergado y que deberán esperar, aunque sabes que nunca llegará el momento de cumplirlas...
Después de todo esto, sabes que ya toca, que es inevitable... las lágrimas que tanto habías evitado soltar corren sin ningún motivo para frenar...
Y así es tu vida... un día tras otro, el mismo proceso.